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2018-04-19 12:14:00

“Al cáncer no hay que negarlo. Hay que enfrentarlo”

La detección de la enfermedad no fue sencilla porque todos los estudios le daban normales. Fue su esposa, también médica, quien advirtió cambios que pasaban desapercibidos para otros profesionales.

Franco Andreussi, medico: Al cáncer no hay que negarlo, hay que enfrentarlo.

“Hay algo que en ninguna literatura se discute más: las causas principales de cáncer, de cualquier cáncer, son primero a la cabeza, el tabaquismo; segundo, el estrés y tercero, la obesidad. Después viene el factor genético, ambiental”, sostiene el doctor Franco Andreussi.

 

Según las estadísticas mundiales, el tabaco, el estrés y la obesidad son los tres factores que afectan a la humanidad entre los 40-45 años de promedio de vida, sin embargo Andreussi sostiene que “mientras que  por un lado se ha logrado superar los 80 años de vida, dándole más chances y probabilidades a la gente; por otro, estamos castigando a la humanidad con los factores de riesgo”.

 

Con 57 años, Andreussi padece un cáncer de páncreas  que no fue fácilmente diagnosticado, ya que la mayoría de los estudios le daban normales. Fue su esposa, también médica, quien comenzó a notar síntomas extraños en él.

 

En esta nota, el médico habla de su caso, pero también de cómo se deberían implementar políticas de salud pública que sean preventivas.

 

- Combatir los factores de riesgos que pueden ocasionar cáncer dependen más de una política del Estado que de decisiones personales, porque no alcanza solo con la decisión personal, ¿no?

-En mi caso, tengo 57 años cuando era pibito, de 14-15 años, del tabaco no se hablaba nada. Al contrario, el que más fumaba era el más hombre, era el más macho. Todos empezamos a fumar con el palito de la enredadera. Entonces no teníamos información de que lo que es. Hoy, los chicos no tienen excusas para saber cuál es el daño que produce el tabaquismo. Lo digo como ex fumador. Fui un tonto y lo reconozco; padecí por 40 años el calvario de lo que era el tabaquismo y nunca lo entendía. Pero no tenía en el chip, no tenía metida en la cabeza la información de qué cosas podían producirme con el pasar de los años, pero los chicos ahora si lo tienen.

 

- Porque hubo toda una política que se enfocó en ese tema, pero  ¿cómo se hace para evitar que las empresas que venden golosinas cambien su actitud?

- Soy médico y por mi profesión, siempre intenté ponerme de los dos lados del mostrador. Sé que es difícil que el paciente entienda lo que el médico le está explicando y qué tiene que hacer y por qué para solucionar su problema. Ahora estoy del lado del paciente, soy médico cirujano y  tengo  cáncer de páncreas.

 

-¿Cómo te lo diagnosticaron?

- Si tengo que buscar a una persona que se encargó de hacer el diagnóstico, es mi esposa. Ella es médica oftalmóloga no tiene nada que ver con la especialidad, pero conmigo se dieron cosas que son las no escritas en los libros. Ella me decía, vos tenés otro olor, otro color de piel... Me miraba y decía: “no es así, tengo el mismo color, no tengo olor extraño; me baño todos los días”.  También me decía que parecía una persona con depresión,  porque tenía más sueño de lo habitual. Tenía algunos problemas digestivos, pero vagos, dispepsia, intolerancia, pero nada fuera de los normal.  Me dolía la espalda, pero lo atribuía a una hernia de disco que tengo desde hace muchos años. No hay nada escrito sobre que uno debe sentir dolor. Algunos libros del siglo pasado habían de enfermedades del páncreas con síntomas similares, pero todos los estudios daban bien.

 

-¿Todos?

-Sí. Me hacía estudios en lugares que considero gente muy seria y no salía absolutamente nada. Tuve una cirugía de un tumor benigno que me salió en la espalda y a los 20 días mi mujer le dice al bioquímico: “tenés que hacerle estudios más profundos, sigo insistiendo en que acá hay algo raro. Acá no está el motivo de su enfermedad”. Me preguntó cómo se solicitaban análisis para antígenos tumorales en el abdomen y ahí descubrimos que uno de los valores daba un cifra exorbitante. Veinticuatro horas después me hicieron una resonancia  y ahí sí apareció; una semana después estaba operado en Córdoba. Me extirparon el vaso, la cola y el cuerpo del páncreas o sea me dejaron la cabeza del páncreas, hace más de un año y medio y todavía sigo acá.

 

- Sin la insistencia de tu señora, te hubieras hecho los análisis  6 meses después.

- No estaría acá. El cáncer de páncreas es muy agresivo y tiene su particularidad. Hay que cumplir todos los protocolos: cirugía mientras se pueda, quimioterapia, radioterapia. Hay que hacerlos a todos, yo los cumplí a todos y el de quimioterapia todavía lo estoy cumpliendo 

 

- ¿Y a partir de ese momento, qué?

- El peor amigo en los últimos años creo que se llama “el doctor google”, porque además de que el 80% son todas mentiras, son todas informaciones erróneas, no orienta, perturba más al paciente. Para mí, el peor momento fue cuando me dijeron el valor del antígeno. Fueron 15 minutos en los que me pareció que se me vino el mundo encima, se me vino la imagen de mis hijos, la familia, todos los valores más íntimos... Fue cuestión de hacer una respiración bien profunda y dije: aquí no hay otra que enfrentarlo y hay que ganarle, tomarlo como una cosa más cotidiana, una cosa más de la vida. Es muy feo no solo que la gente crea que la palabra cáncer es mala palabra, es brujería, no sé qué lo que cree, sino que se esconda de la palabra cáncer porque se la discrimina. Lo digo porque me ha pasado, cuando te miran y te dicen: vos tenés cáncer de páncreas... En realidad, todos nos vamos a morir de una cosa u otra, lo importante creo que es la filosofía con que se tome las cuestiones de la vida. Yo no lo considero más que un infarto, que una diabetes, no los considero más que cualquier otra enfermedad crónica que hay que enfrentar, asumir, no negar. La mayoría de la gente lo niega, dicen: “murió de una larga dolencia”, pero qué es.

 

- ¿Cómo se lo comunicaste a tus hijos?

- De la misma forma que a mis pacientes, que nunca les mentí, porque si uno miente las posibilidades de enfrentarlo y de llevarlo adelante son muy distintas. Mis hijos tienen 18, 21, 26 años pero así sean menores de edad, lo que aprendí en mi profesión  es que no hay que mentir.

 

-¿Hay que discutir la formación de los profesionales?

-La diferencia es ver las cosas de un lado del mostrador y del otro lado, del lado médico que hace caso más a las estadísticas, al número, a la frialdad de la enfermedad, que debe ser así también. Cuando uno lo ve como paciente, son un montón de otras cosas, que necesitan de una familia, bien sólida, para que lo apoye. Antes no creía en nadie, en mi casa siempre me decían que creía en lo que veía y tocaba. Esto le abre la cabeza y se cree en algo: Dios, planta, naturaleza; ve las cosas de otro punto de vista. El interés por la vida es totalmente distinto, se aprende a disfrutar más el día a día porque uno no sabe cuándo va a ser el último día, tenga cáncer o no tenga cáncer, porque esa es la realidad. Y ese es uno de los secretos: abrir y ampliar la mente. Es un secreto de poder seguir peleándola y viendo la pelea del amiguito que uno tiene, porque no lo veo como un enemigo, es un amigo malo que uno tiene adentro y que tiene que aprender a sosegarlo.


-¿Ante una enfermedad grave hay que quedarse en San Juan o buscar otras opiniones afuera?

- Hay que creer en el médico. Todo depende de cada uno, en tener dos o tres opiniones, pero cuando está hecho el diagnostico, acá no hay mucho que dudar. En San Juan tenemos muy buenos profesionales, en mi caso decidí irme. Mi mujer fue la que tomó la posta, como de costumbre. Tomamos la decisión de ir a la provincia de Córdoba con un gran profesional que hace 30 años que se dedica a la parte de hígado y a estas enfermedades. Él no hace otra cosa y el margen de error es menor, pero me preguntó: ¿por qué no te operaste en San Juan, si allá tenes a fulano? “Por una sencilla razón: el margen de error suyo es lejos menor al que pueden tener mis colegas en San Juan”. Por eso yo decía de las estadísticas. El nivel de cáncer de páncreas en San Juan es muy bajo, y tenemos gente capacitada para resolver; el problema es que yo de ninguna manera puedo decir que no lo tenemos.

 

-¿Que viene ahora?

- El secreto de esto es no negarlo, eso conlleva aceptarlo, enfrentarlo y tomarlo como algo más cotidiano de la vida y trabajar y hacer lo que uno hace todos los días 

 

- ¿Los controles son permanentes?

- Sí, me los hice en Córdoba.

 

- ¿Tu calidad de vida actual es similar a la anterior?

- Si, salvo que bajé 26 kilos, no noto diferencia. Las precauciones están. Soy un autoinmune, entonces como tal, me tengo que comportar y cuidarme de ciertas infecciones, me tengo que poner vacunas permanentemente contra la gripe, contra esto, contra lo otro. Pero como de todo, hago de todo, vivo como una persona totalmente normal.

 

Seis meses antes de descubrir la enfermedad yo había soñado que tenía una enfermedad en el páncreas, esto es creer o reventar. Yo había soñado y cada vez era más frecuente el pensamiento de que tenía una enfermedad y lo negaba. Y lo negaba porque el primer error de todo ser humano es de decir: “a mí no me va a pasar”. Y me pasó. 


NOTA PUBLICADA EN EL NUEVO DIARIO EL  19 DE ENERO DE 2018