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2018-07-20 18:35:50

Nuevas realidades

Por Eduardo Quattropani
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Conocido es, se ha instalado, justificadamente, el tema referido al trabajo vespertino en el ámbito del Poder Judicial,  lo que me parece oportuno y necesario.

Pero, al mismo tiempo, aparece como injusto que, en general, no se conozca que existen nuevos modos de prestación de servicios y funciones  que exigen una carga horaria distinta y más gravosa para sus operadores.

En efecto, ayudantes fiscales y fiscales (no solo de flagrancia) cumplen turnos, las 24 hs. del día, en ese sistema con concurrencia al lugar del hecho y producción de pruebas sin importar hora o día.

Así, por ejemplo , el sábado 7 a las 18 hs se constituyeron en hospital Rawson, fiscal coordinador, fiscal del caso, ayudante fiscal, médicos y asistentes con la finalidad de producir una medida probatoria para despejar una duda razonable, ello, pues, la investigación y el delito no tienen horario.

Del mismo modo  los fiscales y asesoras se constituyen en sede de ANIVI  para tomar denuncias en toda hora (incluida la madrugada), ello, claro está,  por igual motivo,  no existen turnos para delinquir.

Es decir, en esos casos, es el propio sistema el que impone  el modo de prestación del servicio, tornando abstracto e innecesario el tema que hoy tanto análisis al parecer requiere.

Es análoga la situación de las asesorías oficiales,  no conocen de horario  ni feriados cuando un niño o vulnerable debe ser asistido.

Entonces, así como  no es productivo ni, reitero justo, "regar a manto" sobre ningún tema, tampoco es en este, pues de lo contrario, aunque parezca un contrasentido, se termina colaborando con lo que se quiere combatir.

Del mismo modo, digo, es necesario determinar cuál es la verdadera carga de trabajo de  cada  uno, pues no se le puede asignar  idéntica estructura a quienes reconocen miles de causas en tramites por sobre otros.

Así, por ejemplo, en el ámbito del Ministerio Público nadie habla del trabajo de las Defensorías  con competencia en civil y familia cuando, en verdad,  puede sostenerse  resulta ser desgastante y requirente de una vocación muy especial.

Digo todo esto porque si partimos de ignorar la realidad  o de equivocar el diagnóstico,  las soluciones se alejarán irremediablemente.

Lo digo, también, porque estoy convencido que el cambio viene del prestigio - que se ganan y ganen - los operadores de los sistemas.

Por último, es necesario convocar a que sobre ciertas áreas de la administración de justicia se tenga una mirada distinta, diferente, alejada de lo estructurado, de lo burocrático, “del despacho”, del “Palacio de Tribunales”, pues ello está, o debería estarlo, en franca retirada.