Tengo para mí que uno de los problemas que condicionan la relación Prensa-Justicia está dado por la dificultad, bastante parecida a imposibilidad que tiene esta última- la Justicia - no solo de entender el rol y necesidades de la primera -la Prensa- sino, para peor, no entender lo que ella necesita de los medios de comunicación.
Así, en ocasiones, no se tiene en claro la diferencia entre difundir y comunicar confundiendo, en oportunidades, incontinencia informativa con comunicación de políticas, no entendiéndose que la primera nada positivo deja, nada; en tanto la segunda tiene capacidad de formar opinión, de mejorar imagen.
En ocasiones se termina creyendo que una nota aparentemente positiva convierte a la Justicia a vista de la gente en un servicio de excelencia o en una administración en proceso de cambio profundo y, por el contrario, ante una nota crítica se cree estar ante la destrucción del sistema. Claro está, ni la una ni la otra.
Debe entenderse la diferencia de naturaleza entre los discursos de la política, el periodismo y la Justicia, en los dos primeros resultan aceptables los juicios de probabilidades, en la última, en cierta etapa, se requieren juicios de certeza, ambos son válidos; ahora bien el judicial, que no tiene el temple para vivir en esa diferencia, no puede ocupar cargos de relevancia.
Así todos reconocemos que Flagrancia (por la aprehensión, investigación y juzgamiento en tiempo inimaginable hasta hace poco y no por detalles menores) ha sido un cambio extraordinario que, por ello, requiere de otro más extraordinario, y este debe ser el Acusatorio -Investigación Fiscal- así ya lo reclama la prensa y la sociedad, y no es para enojarse sino para apurarse.
Prensa y Justicia, todo un tema que requiere de racionalidad, conocimiento mutuo, comprensión y de asumir que, si bien se necesitan, tienen misiones distintas, en ocasiones solo complementarias.