v Desde la vigencia de la Ley de Flagrancia, y por ende desde la adopción del Sistema Acusatorio -Investigación Fiscal- el rol de los fiscales ha mutado, también, en relación a su vinculación con la sociedad.
v Así, poco se conoce que, en casos de usurpación, los fiscales y ayudantes fiscales concurren al lugar del hecho, dialogan con la gente y, hasta el presente, han obtenido el ciento por ciento de efectividad, es decir se ha evitado la formación de causas, claro criterio de racionalidad.
v Así, por otra parte, ante la protesta -con algún signo de violencia- por parte de un grupo de ciudadanos jachalleros, motivada por disconformidad con la tipificación penal de un hecho delictuoso, un fiscal coordinador se constituyó en ese departamento, dialogó con familiares de la víctima, les hizo conocer sus derechos y cómo ejercerlos, obteniéndose como resultados la paz social. La justicia hecha gente.
v Por último, puede decirse que ante una medida de protesta que amenazaba con impedir el funcionamiento de organismos públicos, un fiscal junto a ayudantes fiscales se constituyeron en el lugar, dialogaron, conversaron, con paciencia, con racionalidad, con firmeza, obteniendo como resultado la tranquilidad y el orden.
v Es decir, el actuar con criterio, el saber diferenciar, el entender que existen situaciones que exigen que antes de usar el Código Penal se recurra al diálogo es parte del éxito, diría yo, es condición necesaria para ello.
v La espada y la balanza en su justo equilibrio, ni más ni menos.