Nos vivimos quejando de lo que consideramos "males o defectos estructurales" del país (ahí no usamos el “nuestro”). En especial, me parece, de algunas pautas culturales o conductas de sus habitantes (ahí, tampoco, usamos el "de nosotros”), pues nos ubicamos en la tribuna como meros espectadores del accionar de terceros.
Pedimos ejemplaridad, responsabilidad, respeto; pedimos, solo pedimos.
Como decía en la columna anterior, me pregunto hoy sobre la autoridad moral de quienes repiten y difunden mentiras por las redes sociales para reclamar algo. Me pregunto sobre la autoridad moral de quienes insultan y agreden desde el anonimato a cualesquiera que se le cruce por la cabeza y la respuesta lógica es, claro está, ninguna.
Me pregunto, con toda sinceridad, sobre la seriedad ideológica de quienes viven postulando una ideología o despotricando contra otra y son incapaces de renunciar a los beneficios y ventajas obtenidas del sistema que dicen combatir.
Solo cuando se viva como se predica, seremos dignos de ser tomados en serio, mientras tanto habrá que creer que somos simples "camuflados" que en verdad no criticamos, sino que simplemente nos describimos, creo.
Como se dice en la popular, sería bueno que antes de hablar o de pedir, o de exigir “se deba presentar credenciales”.
(*) Fiscal General de la Corte de Justicia de San Juan
Fuente: Publicado en La Pericana, edición 271 del 2 de octubre de 2021