Todos piden debates; muchos reclaman diálogo, pero pocos, muy pocos, le agregan el requisito que estos sean serios, coherentes, que aniden la intención de sumar y no de ser la plataforma del "showman pícaro de la semana".
Es tremendo que se haya instalado en el país que un profesional (médico, abogado, psicólogo etc.) sea capaz o idóneo por el simple hecho de participar en programas de TV o tener una columna en un medio gráfico o ser consultor de un medio de difusión. Es tremendo, dañino.
La cuestión se agrava cuando, desde esa posición, se ponen en "juzgadores" de instituciones o de otros profesionales o, mucho peor, cuando acomodan sus opiniones a lo que la gente quiere escuchar o el conductor le sugiere con las preguntas.
Así, en cuanto a cuestiones jurídicas, si se trata de un homicidio donde su autor es una persona a la que la justicia le otorgó la libertad por un hecho grave anterior, “agarran el fierrito” y piden la destitución del juez y se preguntan lacrimógenamente quién devolverá esa vida. Pero si, por el contrario, se trata el tema de una persona conocida a la que, después de un tiempo de prisión preventiva, se lo reconoce como inocente, “agarran también el fierrito” y con gesto compungido despotrican contra esa situación y postulan que todos estén libres hasta la sentencia. Todo por el mismo precio, todo con el mismo "solemne oportunismo".
Todo al estilo mesa de café cuando hablamos un ratito de futbol, otro ratito de política, otro ratito de algún caso judicial de moda, total se termina el café, nos fumamos un pucho y al otro día cambiamos de opinión, genial.
Si hay algo que aprendí con los años es a respetarle el “kiosquito” a cada uno, solo que me parece que ello debe ser así en cuanto y en tanto no hagan daño, y claro está, esta moda instalada, en especial en el orden nacional, lo hace y mucho.
(*) Fiscal General de la Corte de Justicia de San Juan
Fuente: Publicado en La Pericana, edición 275 del 30 de otubre de 2021