Claramente, operadores del Sistema Acusatorio siguen sin entender el A-B-C del mismo y en consecuencia, como mecanismo de defensa, buscan culpar a fiscales, jueces y defensores de lo que no supieron, o no saben, ganar en derecho.
Así, se sigue sin entender que, de lo que se trata, es de una confrontación de formulaciones; que a la presentación de la teoría del caso por parte de Fiscalía le corresponde se contraponga la teoría del caso de la defensa.
Se sigue sin asimilar que, a diferencia del viejo sistema, las pruebas no son del proceso sino de las partes y que, por lo tanto, deben trabajarlas, como es natural en todo proceso adversarial.
No se entiende que los imputados corren con ventajas procesales y, por lo tanto, no las explotan, ello pues la Fiscalía juega con "las cartas", mostrándoselas a sus defensas en tanto esta las tiene ocultas, reservadas. Lo que autoriza decir que si esto fuera póker, claramente los fiscales irían a la bancarrota.
Parece no entenderse que no hay igualdad de armas sino que, por el contrario, los imputados tienen el arma más poderosa y desequilibrante este es el estado, el llamado principio de inocencia.
Parece no entenderse que, hasta el advenimiento del Acusatorio, se verificaban Prisiones Preventivas de años, en tanto hoy se discuten términos no solo razonables sino que, hasta diríase, exiguos.
Sigue sin entenderse que suena horrible, lo es, la adhesión a las pruebas de la Fiscalía, lo que es sinónimo, la más de las veces, de pruebas de cargo.
Sigue sin entenderse que el Sistema Acusatorio es mejor para todos, salvo para aquellos que hacían del paso del tiempo la mejor estrategia, o del desorden generalizado y la falta de respuesta el modo de ocultar sus propias mediocridades.
(*) Fiscal General de la Corte de Justicia de San Juan
Fuente: Publicado en La Pericana, edición 276 del 6 de noviembre de 2021